La diversidad áulica también se puede convertir en un obstáculo debido a que tradicionalmente homogeneizar es la tarea encomendada por la sociedad desde los orígenes de la escuela moderna.
La misión homogeneizante se remonta al surgimiento de la escuela en la Modernidad, y por ello forma parte de su mandato fundacional. Los cambios a nivel social, políticos y económicos junto con las ideas de progreso ilimitado propios de este período, reclamaron una institución educativa pública, masiva, común y universal que formara al ciudadano de los emergentes estados-nación, ya que se creía en el poder uniformador, homogeneizante o normalizador de la educación. El ideal comeniano “enseñar todo a todos” se lleva al extremo, y análogamente a lo sucedido a los animales de la fábula que encabeza este trabajo, todos deben aprender las mismas asignaturas y los mismos contenidos, someterse a idénticos modos masivos de enseñanza, en estrictos tiempos universales y sin siquiera intentar hacerlo a su manera, porque lo que se sale de lo normal se convierte automáticamente en descalificación, en sinónimo de “no saber”.
“La escuela está montada en otra época, los roles docente-alumno son de otra época”...[1]
Desde la disposición física de los pupitres en el aula, hasta la distribución del masivo alumnado entre el mínimo plantel docente, reflejan algo de las limitaciones a las que se enfrenta el docente a la hora de emprender innovaciones, como por ejemplo relativas a la atención a la diversidad, ya que se contraponen a las concepciones pedagógicas tradicionales, sobre las cuales se edificó el Sistema Educativo en nuestro país y que aún persisten como por efecto inercial.
“¿El sistema educativo está preparado?... No, no está preparado, hay que acondicionarlo. Y no se hace, se enuncia y no se hace.”[2]
[1] Entrevista a Silvana Cadahia - Véase ANEXO
[2] Entrevista a Silvana Cadahia - Véase ANEXO
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